El reloj me mira impaciente. Es tarde ya y todavía no
regresas. Me sirvo una copa bien cargada pero nunca la llego a tomar. El
teléfono suena.
Hubiese preferido la duda, la espera interminable hasta
la madrugada, el odio en tus ojos cuando
te castigo con un mes sin salir.
Lanzo la copa contra la pared.
La vida hecha añicos.